ANALISIS DE CASO
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Para llegar a
definir si en este caso número uno se describe un posible caso de acoso escolar
o “bullying”, es preciso seguir todos y cada uno de los puntos que configuran y
que hacen que el “bullying” sea un tipo de violencia con unas características propias
y definidas.
En la definición
de Bullying encontramos las primeras características para comenzar a definir si
el caso planteado es susceptible de ser
un caso de acoso escolar o no.
Partiendo de la
definición que nos informa de que el Acoso escolar o bullying se refiere a un tipo de violencia que se produce entre niños o entre adolescentes en contextos educativos, señalando
además que este tipo de violencia lejos de ser únicamente física, adquiere
otros matices más sutiles abarcando también una violencia de tipo psicológico,
mermando la capacidad de respuesta de la victima a través de una constante
agresión a su autoestima.
Según el texto
anterior se puede suponer que estamos ante lo que se denomina un acoso escolar,
situación que vamos a seguir precisando en las siguientes líneas.
La situación de
la victima ya comienza en una clara desventaja. Alumno de educación primaria
que abandona su grupo de referencia, en una edad en la que es importante los
lazos de amistad para configurar la personalidad. Abandona el entorno conocido
y su zona de confort para adentrarse en una nueva situación geográfica con un
nuevo destino educativo y un nuevo circulo social y académico.
La situación
particular de Adrián que tiene como característica añadida al cambio de
domicilio y colegio, la dificultad de establecer relaciones sociales, va a
gravar de forma significativa la inclusión en el nuevo grupo-clase.
La situación
particular de Adrián, unida a una edad donde el desarrollo de los alumnos
predispone a una rivalidad en cuanto a popularidad y a una visión diferente del
mundo de los niños más pequeños o más infantiles, ya que están rozando la
preadolescencia, supondrá a priori un revulsivo en el nuevo centro, mucho más
intenso en el aula donde se ubique a Adrián.
Por lo que sería
necesario vigilar que la transición a su nueva situación y los posibles desequilibrios
en el grupo que pudiera causar fueran evolucionando hacia una adaptación y
aceptación positiva.
El hecho puntual
que sucede con el juguete durante las navidades es el detonante de que Adrián
comience a adoptar medidas de defensa pasivas como evitar coincidir con los
individuos que le incomodan o causan malestar. Debemos tener en cuenta que un
hecho desagradable y puntual no provoca una respuesta de evitación tan intensa
como la sufrida por Adrián que consiste en evitar ir al colegio. Por lo que
puede llevarnos a pensar que el accidente con el juguete ha sido un hecho
detectado pero puede no ser aislado y ser uno más de tantos sobre los que no
hemos tenido conocimiento.
Otro factor a
tener en cuenta es cuando manifiesta la tutora que no ve nada de anormal en el
comportamiento de Adrián en el aula, cuando todo el comportamiento de Adrián es
contrario a la normalidad en un alumno de 6º. Podemos apreciar un matiz de prolongación
en el tiempo de esta actitud de Adrián, ya que la tutora asegura que está como
siempre. Lo que es perfectamente apreciable es que no debería de ser normal en
un alumno de 6º el evitar asistir a clase, ya que su clase es uno de sus
primeros núcleos sociales y de referencia además de la familia, y que después ampliará
según vaya madurando.
Las líneas siguientes
del texto nos informan de episodios de violencia tanto física como psicológica
que están ubicados en el entorno escolar, por lo que serán tenidos en cuenta
para decidir si este es un caso de acoso o no.
El golpe con el
balón que a priori parece accidental por la situación donde se encontraba
Adrián, se torna como intencional en el momento en el que, durante la salida, Félix
se ríe del hecho. Gonzalo lo refuerza golpeando a Adrián con sorna y Ana se
burla haciendo que llora.
En este hecho
narrado podemos observar varias características del bullying.
1º Una clara
intencionalidad por parte de los agresores por causar un daño a la víctima.
2º Un
desequilibrio de poder entre agresor y agredido, no solo por la situación y el
reconocimiento social que tiene el agresor, sino también por la situación psicológica
de la victima (con una inseguridad mucho mayor que la del agresor).
3º Vemos que las
emociones que sienten los agresores al llevar a cabo las acciones son
positivas.
4º Los padres al
ir al colegio ponen de manifiesto que no es un hecho puntual de agresión, y no es
un conflicto generado durante un juego como pudiera parecer , ya que Adrián no
estaba jugando, y por lo tanto no debería estar inmerso en ninguna
circunstancia propia del juego.
Volviendo al
texto del caso. La tutora al “obligar” a Adrián a jugar con el grupo, sin
intervenir de una manera más sutil a través de dinámicas de grupo, y colocando
a Adrián como figura por la que ella tiene que vigilar la participación en los
juegos, coloca a Adrián como culpable de esa medida, agravando la situación.
Esta nueva
situación que ha colocado a Adrián como “chivato” de todo lo ocurrido, provoca
nuevas reacciones de rechazo y de actitudes violentas del grupo acosador,
colocando nuevamente a Adrián frente al grupo acosador y a la clase en general
debido a las medidas tomadas.
Volvemos a ver
como Adrián es golpeado sin razón durante el partido, es ninguneado, recibe
palabras ofensivas y es motivo de burlas.
Podemos también observar
como existen alumnos que se han dado cuenta de la situación y comienzan a
justificar los actos ocurridos como sujetos pasivos.
Por todo esto
creo que estamos ante un caso de acoso escolar que se debe de tratar, ya que
los conflictos se suceden en un periodo de tiempo prolongado, han ido a peor
incorporando nuevos individuos al grupo acosador como Irene y otros anónimos que
con sus risas están reforzando el comportamiento de los agresores.
Este tipo de
conductas deben aparecer recogidas desde una perspectiva global en diversos
documentos. El tema de las relaciones entre los integrantes de la comunidad
educativa debe tratarse desde el Proyecto educativo de Centro, se deben de
desarrollar un Plan de convivencia en el Reglamento de régimen interior, y también,
a través del Plan de acción tutorial, mucho más cercano y particular a la
realidad de cada aula.
Después de
analizar el caso puedo llegar a la conclusión de que las reacciones del jefe de
estudios y de la tutora son por lo menos “poco implicadas”. Niegan el hecho de
que las relaciones en el aula no son óptimas y las justifican. Deberían haber
tomado medidas desde el primer momento que tienen conocimiento del hecho, para
sacar unas conclusiones más cercanas a la realidad que las simples
justificaciones de los hechos ocurridos.
Deberían haberse
incorporado actividades para mejorar la relación, dinámicas que implicaran a
todo el grupo ante la llegada de un nuevo alumno. Dinámicas de acogimiento del recién
llegado. Actividades grupales de participación que fomentaran las relaciones en
el grupo clase. Diseñar actividades novedosas que deshagan los grupos fijos y rígidos
que suelen existir en las clases. Evitar las dinámicas de competición a favor de
las de colaboración para evitar enfrentamientos con el individuo que se
incorpora. Actividades de sensibilización ante conductas no deseadas. Formar opinión
grupal negativa ante situaciones que generen malestar a otros individuos, para
evitar la sensación de aprobación que tienen a veces los agresores.
Sobre el
comportamiento de los alumnos vemos en el caso una evolución, desde la
situación de la acción individual con el helicóptero, pasando por una situación
que incorpora a dos individuos más como es el hecho del balón. Y como el círculo
de alumnos que entran en la dinámica de acosar se va haciendo mayor, a través
de risas y de refuerzos al grupo principal de agresores, que en caso de no
intervenir llegaría a provocar un aislamiento de Adrián con respecto al
grupo-clase.
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